Hay días especiales a lo
largo del año. Supongo que la mayoría de la gente está pensando en
la Nochebuena o en su cumpleaños, pero yo reconozco que el 23 de
abril, Día del Libro, no podría faltar de mi lista (del top
five, por ejemplo).
Todos los años desde
que era pequeño me pierdo entre los puestos que colocan en la Plaza
Mayor de Salamaca y me encierro en mi mundo. Un mundo que, minuto
tras minuto, se va llenando de portadas, frases, nombres y promesas.
Promesas de que disfrutaré con tal o cual historia y de que con cada
página que pase seré un poquito más sabio.
De modo que, a medida
que transcurre el tiempo, mis manos se van llenando de bolsas al
mismo ritmo con el que mi monedero se vacía. Sin embargo, pocas
experiencias hacen que vuelva a casa con una sonrisa tan grande y tan
pura.
Y hoy, día del libro
del año 2013, no se ha quedado atrás. Estoy muy orgulloso de
algunas de mis adquisiciones (aunque, como siempre, me haya quedado
con ganas de más) y yo también prometo que hablaré de ellas para ver si consigo que la
misma sonrisa aparezca en tu cara.
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